Irene y yo somos amigos. Nos conocemos de toda la vida. Siempre nos hemos llevado bien, aunque al principio, y durante casi dos años Irene no me dijo ni una sola palabra. Luego empezó a hablar. Ahora, de vez en cuando me manda audios desde el móvil de su madre y me dice que me echa de menos. Me pregunta que si puedo ir a verla al colegio. Y yo voy. 
Voy cuando su papi, por cosas del trabajo no llega a tiempo para recogerla. Voy y la espero en la puerta. A veces hace como que no me ve. Si hace buen tiempo vamos al parque y pasamos el rato mientras llega su padre. Buscamos hojas, dibujamos en el suelo, abrazamos arboles para coger energía, llamamos por teléfono, etc.etc. Jugamos, bueno…juega. Yo solo me encargo de que no suba por donde no debe, de que no se caiga o que no se haga daño. A veces se cae, y a veces llora un poco.
Luego llega su padre, nos vamos los tres, nos despedimos y..eso es todo.
Se me olvido decir que a veces le hago fotos. Como estas. Son las que más me gustan. Las más bonitas. Sencillas, naturales, autenticas. No hace falta más. La vida está llena de momentos así. Si los ves y te das cuenta de ello entenderás que para ser feliz solo tienes que…ir al parque. 🙂